lunes, 19 de abril de 2010

Cuidades y comercio medieval




Comercio y mercados siempre han existido. Normalmente han estado regulados, tanto en la Edad Antigua como en la Edad Media. Durante la Edad Media y Moderna, en las ciudades, el mercado se celebraba periódicamente, por concesión real, en las plazas, puertas principales, cementerios o cualquier espacio abierto que hubiese en la ciudad. La entrada de productos en ella estaba gravada con impuestos, o alcabalas, y el mercado estaba vigilado por un almotacén o zabazoque, que velaba por el cumplimiento de las transacciones y evitaba los fraudes. Era la persona que se encargaba, oficialmente, de contrastar las pesas y las medidas. El mercado era itinerante y temporal, y en él se compraban y vendían los artículos, excedentes de la producción, que debían durar todo el año, o al menos hasta la próxima feria. Las ferias podían ser anuales, mensuales, semanales o de cualquier otro período de tiempo. En las ciudades islámicas había un mercado permanente dentro de la medina, el zoco, pero en las cristianas no había mercado ni tiendas permanentes, si bien se podía ir a comprar los bienes a las casas de los productores. El artesano era al mismo tiempo comerciante de sus productos. Del resto de bienes se proveía el propio campesino.

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